Tablas para la escena
En el
2014 nuevos lugares abrieron sus puertas para asistir a teatro: La
Fábrica, Industria Cultural (Dg
46 n° 15b 23); El espacio de Teatro Occidente (Kr
10 n° 24-65); Cine Tonalá (Kr 6 n°
36-37); El cubo, plataforma de las artes (Kr
22 n° 63b01); el Centro Cultural Teatro Experimental de
Fontibón (Kr 24d bis n° 99-28); la sala del
centro del Teatro La Baranda (Calle 9 n° 5-65);
y La sala Vargas
Tejada que se suma a los
espacios para la escena
ubicados en los pisos altos del Centro Comercial Los
Ángeles (Calle
19 n° 4-71). Así
mismo, es ineludible señalar la reapertura del Teatro Colón, que se
dio en el mes de julio luego de una remodelación que duró más de
seis años.
Este aumento en el número de espacios para la escena en los últimos
años corresponde, de alguna manera, tanto a las dinámicas de la
cartelera teatral que cada vez presenta mayor variedad de formatos
estéticos como al apoyo de la administración pública y a la
práctica de nuevas formas de gestión a través de recursos
virtuales: redes sociales, blogs y páginas de promoción de la
oferta teatral de la ciudad. Trabajo en el que se destaca sobremanera
la página Kiosko Teatral a tal punto que se creó su homóloga para
la ciudad de Medellín a principios de este año.
De igual manera, expresión de este dinamismo son las programaciones
permanentes en los espacios de Casa E y del circuito de la
Fundación Teatro Nacional; muy seguidas en esta intención
por el Teatro Libre y Ditirambo Teatro, teatros que
cuentan cada uno con dos sedes. Por parte de la administación
distrital se destaca la programación constante de variadas
expresiones artísticas con entrada libre, incluido el teatro, en la
Fundación Gilberto Álzate Avendaño (Calle 10
n° 3-16), el Teatro Villamayor (Kr 34b n°
36-04sur) y las bibliotecas de la Red de Bibliotecas
Públicas, cuya labor es de enorme importancia para el
fortalecimiento de la democratización del arte. También son con
entrada libre las funciones de los montajes resultados de los
procesos de formación de las carreras en artes escénicas de las
universidades públicas Pedagógica y Distrital.
Dentro de este panorama de los espacios para disfrutar del teatro, el
Teatro Mayor Julio Mario Santodomingo se destaca con
singularidad pues logra ofertar con antelación su programación
anual tanto de teatro nacional como extranjero.
Viejitas pero sabrosas
Luego de haber transcurrido 20 años desde su estreno y tras
temporadas y funciones especiales, el 2014 es el año que despide de
la escena teatral a La
siempreviva
del Teatro El Local. En relación a esta obra, hay que
referirse al cada vez más frecuente señalamiento de distintas obras
de la cartelera teatral con el rótulo de hiperrealismo como una
manera práctica de referenciarlas.
Sea cual sea la oscuridad de esta apreciación baste recordar algunas
construcciones de La siempreviva para apartarla de este
término: la acción simbólica cuando se identifica la bandera de
Colombia con la ropa que se cuelga en el patio y luego se pone de
“luto”, la aparición de un fantasma: el de la muchacha
desaparecida, e incluso la misma escenografía de la obra luego de
haber salido de la ahora inexistente sede de El Local.
Con este punto final de la obra, habrá que esperar que la versión
en cine que se está realizando pueda ser tan rica estéticamente
como lo fue su puesta en escena y como lo es su historia.
Escrita
por Felipe Vergara y estrenada por el Teatro
Varasanta
en el 2005, Kilele,
una epopeya artesanal, es
otra obra que continúa presentándose, para bien, en las
salas de Bogotá. Este grupo
dirigido por Fernando
Montes se ha caracterizado por desarrollar un teatro que inclina la
balanza de la creación escénica desde el
trabajo actoral y la dirección de actores.
Aunque, desde hace tiempo, Kilele
ha sido una obra que presenta cambios en su grupo de actores, no pasa
desapercibido la ausencia de la actriz Isabel Gaona y de su elaborado
personaje de Rocío. Este año ella actuó en el proyecto Corroptour
bajo la dirección de Veronica Ochoa. Así mismo, es de resaltar el
trabajo de Magda Niño, que aunque no es integrante estable del
grupo, presenta una actuación inmejorable que combina trabajo vocal,
presencia y entrega en el escenario y una bellísima construcción de
personaje.
Otra obra a destacar, esta vez,
debido a su riqueza en la construcción de la situación y el
lenguaje dramatúrgico es Obra
de interés social de
Changua Teatro,
escrita por
Andreshito Rodríguez y ganadora
del Concurso de Dramaturgia Contemporánea 2009. También
siguen vigentes en la cartelera de la ciudad, y con justa razón, los
monólogos de Ditirambo Teatro:
Gilaldo Sampos y
Ni mierda pal perro,
estrenadas en 1998 y 2006 respectivamente. Y De
caos y deca caos del
Teatro La Candelaria,
estrenada en el 2002 y que, al igual que la más reciente creación
del Teatro Varasanta:
Banquete Antropofágico,
también podrá verse en
el 2015 en el Teatro
Mayor.
La
creación pública
Sin lugar a dudas el apoyo gubernamental ha jugado un papel
importante para dar feliz término a apuestas necesarias para el
teatro de la ciudad. Baste recordar las ya nombradas: Kilele
que
recibió la Beca
Nacional de Creación 2005 del
Ministerio de Cultura y La Siempreviva que fue
Beca de Creación Colcultura
1994.
Repasando
algunos proyectos del 2014 que también contaron con el apoyo de la
administración pública encontramos la obra El
silencio de las cosas rotas, realizada
mediante el apoyo de la Beca interdisciplinar
de mediano formato 2013-2014 de
IDARTES,
en la que convergen diferentes cuadros dramatúrgicos bajo la
dirección de Katalina Moskowictz; y
en la que participa su proyecto teatral La Navaja de Ockham
y la compañía de danza
Cortocinesis.
En
particular se destaca la dramaturgia de Pedro Miguel Rozo con una
progresión rigurosa de la situación y una estructura audaz para
presentar el universo de sus personajes. También se resalta la
comicidad de la dramaturgia de Felipe Botero con una puesta en escena
de títeres de mesa en la que la precisión en el movimiento y en la
que, al igual que en la escena basada en el relato de Juan José
Millas, la vitalidad de la interpretación de Carlos Velásquez y
Juanita Cettina resalta.
Es
destacable la gestión artística que ha emprendido La
Navaja de Ockham para la
consolidación de sus proyectos,
así como la apuesta de la dirección en la exploración
de diferentes posibilidades plásticas de la escena. De todas maneras
se puede apreciar mejor las obras de este proyecto teatral que se
sustentan en el trabajo actoral como sucede en Quemado,
de
Erik Leyton, y
en El gran
cuaderno de
Agota Kristof;
y aquellas que se sustentan en dramaturgias con mayor complejidad y
contundencia narrativa como sucede con ésta última.
De las
obras que fueron ganadoras de la Beca de creación de títeres y
animación de objetos del Ministerio de Cultura, es necesario
destacar la obra La
peor señora del mundo, basada
en el cuento homónimo de Francisco Hinojosa, realizada por el grupo
La libélula dorada.
Esta
obra pone en escena los temas de la violencia y el maltrato infantil
mediante un juego de distancias, tamaños y animación de objetos y
una elaboración dramatúrgica pensada con acierto para la infancia.
Sin embargo, en comparación con otras obras del grupo, queda en
deuda en cuanto a la creación y dinamismo escenográfico como sucede
en El dulce encanto de la Isla Acracia, una de las obras más
completas de la escena colombiana.
Otra
obra que recibió apoyo gubernamental fue Dejame
decirte algo, ganadora de la Beca de creación noveles
directores de IDARTES, un
trabajo cuidadoso de dirección plástica y actoral que sin embargo,
da como resultado un montaje monótono debido a la falta de una
progresión de los continuos cortes de las escenas reforzado por el
diseño de luces y el estatismo constante de los personajes.
Esta obra escrita por Rémi de Vos, reflexiona sobre el mismo teatro
lo que llevó, como parte de la promoción de la obra, a invitar a
personas que no les gusta el teatro. Si así lo hicieron habrá que
destinar mucha más energía para nuevamente convencerlos que asistan
a teatro.
Esta
obra fue dirigida por Fabiana Medina en asistencia de Pierre-Yves Le
Louarn; en orden inverso este equipo dirigió para la Universidad
Distrital en
el 2013 la obra El
dragón
de Eugene Schwartz, que a consideración del autor de este escrito,
fue la creación teatral más completa presentada el año pasado en
Bogotá.
Actualmente
Fabiana Medina coordina la sala de teatro La
Quinta Porra
(Calle
11 n° 2-78),
actúa, dirige, selecciona y traduce obras como las ya mencionadas, y
a las que se les suma las obras leídas en el Radio teatro bar de
Casa E:
Albatros
de Fabrice Melquiot y Pasacambo
de Wadj Wouwad. Esta última será la segunda obra de Fabiana Medina
como directora de su colectivo Mukashi
Mukashi.
Finalmente
alrededor del tema de los apoyos hay que decir que si bien se está
realizando un trabajo organizado desde IDARTES y
el Ministerio de Cultura, aún es mínimo el porcentaje del erario
para el arte y la cultura, como también lo es para la salud, la
ciencia y la educación. Y que sin duda, el mayor deudor con el país,
con la ciudad y con el teatro en particular, es la empresa privada
que de manera extraordinaria renueva este compromiso únicamente
durante el Festival Iberoamericano de Teatro.
Desde la universidad
Con
mención de la obra El Dragón, vale la pena realizar una
mirada sobre los procesos de creación en teatro que actualmente se
gestan desde las aulas superiores en Bogotá y en otros lugares del
país. Así por ejemplo, este año el Laboratorio escénico
Univalle dirigido por Alejandro González Puche y Ma Zenghong,
presentó la obra El Coloquio de los Perros en el Festival
Iberoamericano de Teatro de Bogotá y luego, realizó una gira
por España con el apoyo de la Beca de circulación internacional
para artistas de circo y teatro del Ministerio de Cultura.
En
Bogotá, el Teatro Libre y su
carrera en convenio con la Universidad
Central mantiene la tradición de integrar actores en
formación, graduados y con trayectoria en sus distintos montajes.
Por su parte, la carrera de artes escénicas de la Universidad
Distrital conserva, como proceso de formación de actores, la
invitación de directores extranjeros y nacionales cuyos montajes le
ofrecen la oportunidad a la ciudad de apreciar variados caminos de
experimentación en teatro. Estos procesos de academia son además
una oportunidad para asistir a obras con numerosos actores en escena
como pocas veces el teatro profesional suele hacer.
De
la producción teatral de la Universidad Distrital durante este año
podemos recordar la obra Moretones
que no sanarán, una suma de distintas
situaciones cotidianas y urbanas de un tono principalmente juvenil,
escrita y dirigida por Jorge Hugo Marín director de La
Maldita Vanidad, quien en boca de los
actores y como parte de un ligero juego metateatral, aprovechó para
cuestionarse sobre la linealidad temporal de sus dramaturgias; y que
al igual que la composición del espacio escénico compuesto de
varios lugares coexistiendo, resulta ser un nuevo camino en las
posibilidades de creación de Jorge Hugo Marin.
Como
invitado extranjero estuvo el brasileño Glaucio Machado Santos quien
dirigió la obra Ropa sucia, versión
libre de Los signos del zodiaco
de
Sergio Magaña, cuya escenografía fue un sinfín de prendas blancas
colgadas y cuyo final consistió en detener la historia para
preguntarle al público sobre una alternativa a la venta del
inquilinato donde transcurría la obra, un cierre sorpresivo y un
tanto desconcertante.
La Vorágine (2006)
dirigida por Juan Carlos Moyano
y El purgatorio de Margarita Laverde (2004),
escrita y dirigida por Sandro Romero Rey, son dos ejemplos de obras
creadas al interior de la Universidad Distrital, que luego se
presentaron en versiones pasadas del Festival Iberoamericano de
Teatro, entre otras programaciones.
Este
año la Universidad Pedagógica presentó bajo la dirección de
Carlos Sepúlveda la obra Las
brujas de
Salem de Arthur
Miller, dramaturgia que expresa la universalidad del lenguaje
dramático al tiempo que es una lección magistral para los actores
acerca de la construcción de personaje por lo que no es extraño que
haga parte cada tanto de los procesos académicos. La Universidad
Distrital la montó en el 2008 con una entrañable sobriedad poética
del director Dieter Welke y años atrás también fue llevada a la
escena por el Teatro Libre.
A
propósito de Carlos Sepúlveda,
quien es uno de los más destacados estudiosos del teatro, es preciso
mencionar la búsqueda que está desarrollando con su grupo Teatro
Occidente alrededor de nuevas
formas de teatralidad. Similares búsquedas, desde otros puntos de
partida, son las realizadas por Mapa Teatro y
por Víctor Viviescas en trabajos recientes, quien también es otro
gran estudioso del teatro con el que cuenta la ciudad.
Alrededor
de estos caminos sobre nuevas formas de habitar la escena se puede
situar, proporcionalmente, Ulcus,
tentativas de la crueldad del
Proyecto 2046;
que es una obra sin una narrativa escénica construida
a partir de estaciones
de acciones e imágenes
significativas alrededor del mundo de la mujer y que alude al cuento
de Alicia en el país de las maravillas.
Como parte de la producción de las universidades durante este año
resulta meritorio el Ciclo de lecturas dramáticas “Teatro
contemporáneo brasileño”, que reunió 14 instituciones del
país, entre universidades y academias, con planes de estudio en
educación artística, en teatro o en actuación; realizado en las
instalaciones de la Academia de Artes Guerrero en el marco del
XIV Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá.
Sólo un Iberoamericano
Como es costumbre cada dos años el Festival Iberoamericano de Teatro
es el evento que eclipsa artísticamente la ciudad. Reúne
espectáculos de narración, circo, danza, música y teatro para
todos los tipos de espectadores: curiosos y aficionados, elitistas y
desplatados, esnobistas y especialistas.
Ya se ha dicho bastante sobre el festival por lo que sólo resta
referirse a la obra Solos
de Wajdi Mouawad un
unipersonal donde la dramaturgia, como acto para la escena, reclama
su total validez en la creación contemporánea capaz de integrar de
manera coherente nuevas formas de exploración escénica. Y a la obra
Kokoro,
de la Casa del Silencio presentada durante el festival en
el Teatro Varasanta y en la CasaTercer Acto
(Calle 3 n° 1a 72), que es una
muestra más de las posibilidades del teatro silente.
De esta agrupación liderada por Juan Carlo Agudelo es destacable la
profundidad que desde el gesto de cuerpo entero alcanzan los actores
y que se ve reflejada en toda sus obras, sin embargo aún falta por
encarar relatos con mayor complejidad que supere el nivel de
descripción de situaciones como sucede en Entre mortales y La
belleza y la fealdad; y en el alcance de una claridad en el
relato que por momentos se ausenta en Woyzeck, La boda y La
Celebración: un gesto del deseo.
Retomando el ciclo de lecturas dramáticas del país invitado al
Iberoamericano, el cierre de este aparte es para los espacios que han
establecido esta práctica durante este año en la ciudad: Las
benditas lecturas de los sábados en la sede de La maldita
vanidad, el Radio teatro bar de los martes en Casa E,
y ocasionalmente, las lecturas en la Casa del Teatro Nacional y
en el restaurante bar A seis manos.
La
primavera de la información
Desde
el 2013, bajo el nombre de La primavera teatral, se dilucida
un intento por identificar una ola de jóvenes (menores de 40)
creadores de la escena; que en principio, cumplirían la condición
de ser dramaturgos-directores que han montado obras con una favorable
opinión del público.
Sin
embargo, estas fronteras se han ido ampliando para integrar nuevos
nombres como el de Laura Villegas y Mateo Rueda, que no son
dramaturgos, y omitiendo sin razón, a los otrora nombrados Santiago
Merchant y William Guevara.
Podría
pensarse que la exclusión es la regla. Exclusión del trabajo de
otros jóvenes de la capital que no son nombrados como Eduardo
Guevara y su Laboratorio de creación Rhema; de otros jóvenes
más jóvenes como Juan Camilo Ahumada y su Proyecto 7pecados o
Carolina Ribón y su colectivo teatral Hamuy Munakuy,
entre muchísimos otros jóvenes del teatro. Exclusión de los
creadores innovadores que no son jóvenes, algunos nombrados
anteriormente en este escrito. Y exclusión de la producción teatral
“joven” de otras latitudes del país.
De
todas maneras no debe haber un sobresalto por lo anterior pues lo que
verdaderamente une y que es importante de esta primavera es el
interés por la escena teatral de los mayores medios informativos del
país: El Espectador, El Tiempo y la Revista Semana,
que son quienes han persistido en esta definición; y lo que resta es
que los entrevistados por estos medios amplíen la mirada del
periodismo sobre el actual teatro de la ciudad y del país.
Propicio
es comentar que el trabajo del colectivo Hamuy Munakuy permite
establecer una relación con las indagaciones del Teatro
Itinerante del Sol de la maestra
Beatriz Camargo y de Juan Monsalve y su Teatro de la
Memoria que este año estrenó
la obra Segismundo, en
la que pese a procesos de la dirección y la actuación por afianzar,
logra transmitir el poder narrativo y simbólico de un mudra y
confirma, una vez más, la versatilidad en escena de la actriz Yenny
Alexandra Castro.
De la
producción hasta ahora enmarcada en esta primavera teatral es loable
la elaborada dramaturgia de
la caleña Martha Márquez en obras
como: Blanco totalmente blanco y
El dictador de Copenhague;
esta última fue presentada en
el Iberoamericano del 2012 y ganadora de la Beca de
creación teatral 2011
del Ministerio de Cultura entre otros premios.
Particularmente
de este año es necesario traer a colación la obra Ositos
de goma
del Teatro
R101,
escrita por Felipe Botero y dirigida por Hernando Parra y Ramsés
Ramos; obra que fue seleccionada como la mejor del 2014 mediante el
mecanismo de participación por votos Esto
vi
del Kiosko Teatral.
Como
ya es característico en este grupo, Ositos
de goma cuenta
con una escenografía detallada (en esta ocasión realizada por Mateo
Rueda y Carla Zamora) acompañada de un ritmo dinámico, que combina
situaciones ágiles y divertidas con escenas pausadas y serias, para
poner en escena el descontento por situaciones persistentes al
interior de las instituciones educativas de la ciudad.
Sin
embargo, puede objetársele en relación a la historia la
prescindibilidad o falta de cohesión de la escena en la que la
coordinadora cuenta su situación personal o la reiterada escena de
acentuación morbosa que logra desdibujar el personaje del profesor
de historia y que sumada al desenlace de la obra en la que se sabe
que dos profesores tienen y tuvieron vínculos personales con
estudiantes hace perder lucidez a la obra como radiografía social.
Se destaca, por el tiempo de búsqueda en el personaje o por otras
razón, la presentación de los actores que hacen parte de la obra desde
su estreno.
El
pico del Iceberg
Aunque
esta reflexión principalmente ha resaltado el trabajo de dramaturgos
y directores no por ello desconoce la prevalencía fundamental del
actor; por el contrario, es muestra de la ya alcanzada madurez
actoral de la escena bogotana que desborda la observación y los
párrafos de esta mirada general en teatro.
Muestra
de ello, desde un punto de vista, son los cada vez más frecuentes
formatos escénicos que con independencia del teatro acogen al actor
como es la Impro, anteriormente denominada como teatro deportivo, la
performance de actores y los números de clown; y que hoy se suman al
cine y la tv como espacios para capitalizar la experiencia del actor.
Así
mismo, en términos de madurez del teatro de la ciudad, que en la
actualidad sería una mezcla de innovación en la estructura
dramatúrgica, identidad de la actuación, estudio de las
posibilidades narrativas de la puesta en escena y constancia en la
gestión y producción de las obras; se puede contar con grupos como
Teatro Petra y Umbral
Teatro. Del primero, recordar la
obra Sara dice, en la
que además de la cautivadora actuación de Rosario Jaramillo, Fabio
Rubiano director y dramaturgo de la obra se da el lujo de destacarse
igualmente.
Sin
duda, en cuanto al
grupo encabezado por Carolina
Vivas e Ignacio Rodríguez hay que mencionar el montaje En
donde se descomponen las colas de los burros que
resulta ser un acierto de cabo a rabo. Al inicio puede sentirse que
se esta asistiendo a otro melodrama estucado por nuestro conflicto
nacional matizado por los arreglos musicales y el juego de cuadros
escénicos recurrentes en este grupo; pero luego, una reinvención
del personaje que se niega a ser lo que la escritura dispuso para él,
una tasada pero significativa inclusión de recurso tecnológico y un
final enmudecedor logran desanestesiar al público frente a este sino
trágico del país. Esta bella creación es secundada por las
actrices Carolina Beltrán y Andrea Sánchez entre otros actores.
Los peros que nunca sobran
De la oferta teatral en Bogotá
la ausencia más persistente reside en la programación de obras
producidas en otras latitudes del país y que el sector público
podría aminorar mediante alguna modalidad de gira o estadía por la
ciudad. Además del Laboratorio de creación Univalle y de
las agrupaciones invitadas por el Festival Alternativo de Teatro, la
Corporación Cultural Jayeechi, entre otras; este año se presentó en la capital el
Teatro Esquina Latina, el Teatro El Paso y el Teatro
Independiente de Chipre TICH con motivo de la celebración de sus 35 años.
De las obras que dejan una
deuda con la escena, mencionar Hijos del continente, que
invita a cuestionar la dirección pues además de proponer con
ligereza la puesta en escena no saca provecho ni creativa ni
numéricamente de los actores. Una obra con una similar narrativa y
de la que se puede extraer una lograda posibilidad de estos textos no
pensados para las tablas es la obra Europeana de República
Checa presentada en el Iberoamericano con una escenografía en
diálogo con los textos y una exigencia de exploración, por ejemplo,
del grotesco y el caos por sus actores.
Así mismo la obra con temática
histórica Opus póstuma escrita y dirigida por Camilo
Ramírez, y con actores de trayectoria como Fernando Pautt, Martha
Guerrero, Juan Manuel Combariza y Carlos Araque, presenta una ausencia
de acción y progresión narrativa, y solicita una mayor elaboración
de los personajes que supere el estereotipo regional. Y por último,
la obra El otro animal de VB Ingeniería teatral, que
al parecer se construyó desde una preguntas tan personales que sólo
dialoga con sus mismos creadores; y a la que se le suma una
escenografía y trucos de magia tan caprichosos por no decir que
innecesarios. Finalmente queda presentar
excusas por las omisiones de este panorama teatral en el que faltó reflexionar sobre el teatro
de calle entre otras formas de vivir el teatro en Bogotá.
¡Feliz año nuevo teatral!